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dc.contributor.advisorZych, Izabela
dc.contributor.authorEspejo Siles, Raquel
dc.date.accessioned2023-03-22T10:43:50Z
dc.date.available2023-03-22T10:43:50Z
dc.date.issued2023
dc.identifier.urihttp://hdl.handle.net/10396/25047
dc.description.abstractEl impacto de los estresores en jóvenes se ha relacionado con consecuencias negativas, tanto a corto como a largo plazo (Luna & Molero, 2013). Por tanto, el estudio de los problemas y estresores presentes en edad escolar es crucial para fomentar un desarrollo saludable en los menores. Entre ellos, la literatura encuentra que las conductas antisociales y los síntomas somáticos son problemas frecuentes y con consecuencias indeseables importantes en niños y adolescentes. El comportamiento antisocial es definido como un patrón de comportamientos que implican la violación de los derechos de las personas de diferentes maneras. Daño, robo, violencia, uso de sustancias y engaño a la autoridad son algunas de las principales conductas antisociales (Loeber et al., 1989). Aunque este tipo de conductas son perjudiciales e importantes durante todo el ciclo vital, el estudio de las conductas antisociales en la adolescencia resulta particularmente de interés, ya que es el período en el que las conductas antisociales alcanzan su punto máximo (Moffitt, 2018). Además, se considera el período en el que coexisten la mayoría de los perfiles de agresores (Jolliffe et al., 2017), por lo que el estudio de factores de riesgo y protección, y sus consecuencias durante la niñez y adolescencia resultan esenciales para su prevención. En este sentido, un estudio longitudinal con población española señaló una mayor prevalencia de conductas antisociales entre los trece y quince años (Nasaescu et al., 2020b). Una de las conductas antisociales más frecuentes durante la adolescencia es el uso de la violencia. La violencia es un complejo fenómeno psicosocial que se refiere al uso intencional de la fuerza física o el poder con el objetivo de causar daño de diversa índole a otros seres humanos (World Health Organization, 2002). Además, tiene carácter inmoral y es injustificada (Ortega, 2010). En la escuela, el tipo de violencia más frecuente es el bullying, encontrándose que alrededor de uno de cada tres estudiantes está involucrado en alguna forma de bullying (Modecki et al., 2014). Aunque la implicación en roles de bullying es una de las conductas violentas más frecuentes en la adolescencia, las conductas violentas pueden aparecer en diferentes contextos, lo que sugiere que deberían explorarse los ambientes de relevancia para establecer los potenciales factores de riesgo y protección asociados a ellos. Algunos de los contextos más influyentes durante esta etapa son la escuela y el hogar. En la escuela, la disminución de la violencia entre iguales es uno de los retos más compartidos entre las diferentes instituciones, además, la victimización docente es un problema que también aparece en este contexto y que requiere atención. En el hogar, las agresiones a padres y hermanos son problemas sigilosos que afectan a familias (Miles & Condry, 2015). Por otro lado, la somatización es considerada, junto con la depresión y ansiedad, un problema internalizante (Herskovic & Matamala, 2020). El trastorno de síntomas somáticos se define como síntomas vinculados a pensamientos, sentimientos o comportamientos excesivos relacionados con la salud que interfieren en la vida diaria, lo que lleva al deterioro de las relaciones sociales y familiares (APA, 2013). Los datos apuntan a que casi uno de cada diez estudiantes reporta quejas físicas recurrentes (Garralda, 2010). Los síntomas descritos más frecuentemente en la población son cefaleas, mareos, dolor abdominal e insomnio (Cornellà i Canals, 2008; Ordoñez et al., 2015). Las diferentes investigaciones sugieren que los síntomas somáticos causan un gran coste en los ámbitos personal, económico y social. El estudio de los factores que pueden derivar en la aparición de síntomas somáticos es de gran interés, ya que la presencia de sintomatología somática se ha asociado a diversos problemas que afectan a la calidad de vida, y es un problema que suele perpetuarse en el tiempo. Algunos estudios encuentran que la presencia de sintomatología somática se asocia a una mayor probabilidad de sufrir otros desórdenes mentales y se considera un indicador de peor pronóstico para las mismas, como depresión o ansiedad (Bekhuis et al., 2016; Herskovic & Matamala, 2020). La literatura indica que las causas de la somatización son misceláneas y no pueden explicarse por una sola variable (Kellner, 1990), si bien, los factores estresantes escolares han demostrado ser uno de los factores ambientales más comunes para el desarrollo y mantenimiento de los trastornos somáticos en menores (Teo et al., 2008). Previamente, investigadores han encontrado que el trastorno de personalidad antisocial tiene una alta comorbilidad con la somatización, encontrándose que ambos aparecen juntos en familiares más de lo esperado por el azar (Bornstein & Gold, 2008; Lilienfeld, 1992; Smith et al., 1991). Una revisión sistemática reciente ha mostrado que la somatización y el comportamiento antisocial tenían similitudes biológicas, como niveles bajos de serotonina (Espiridion & Kerbel, 2020). En población escolar, también algunos estudios han mostrado que diversas conductas antisociales contribuyen a la presencia de síntomas somáticos. Beiter y colaboradores (1991), en un estudio transversal, encontraron que los niños con más quejas somáticas también tenían un mayor riesgo de comportamientos antisociales como el uso de sustancias, la actividad sexual temprana y la delincuencia. Loeber y Burke (2011) mostraron que los problemas de conducta en la infancia se relacionaron con la presencia de diferentes problemas internalizantes a largo plazo, como la depresión o la ansiedad. Posteriormente un meta análisis reveló que, aunque las manifestaciones psicosomáticas han sido identificadas en agresores en algunos estudios, los resultados no son concluyentes (Gini & Pozzoli, 2013). Por lo tanto, parece existir relación entre conducta antisocial y somatización, pero algunos estudios centrados en las conductas antisociales específicas (p.ej. bullying) han encontrado resultados contradictorios. Con el objetivo de conocer si las diversas conductas antisociales tienen relación con la somatización, la presente tesis explorará de manera longitudinal la relación de diferentes conductas antisociales con la aparición de síntomas somáticos. Concretamente, se explora la relación de daño a la propiedad, violencia, robos, engaño a la autoridad y abuso de sustancias con el incremento de síntomas somáticos. Referente a violencia, se explora, además, la relación de la perpetración y victimización de bullying y la presencia de síntomas somáticos, y se estudia la influencia de la victimización de bullying en el desarrollo de conductas violentas dentro y fuera de la escuela. El objetivo es profundizar en la relación entre conductas antisociales y presencia de síntomas somáticos e identificar factores de riesgo y protección que puedan ser comunes para prevenir ambos problemas. Identificar factores preventivos comunes a estos dos problemas frecuentes en el aula mejorará la eficacia de los planes preventivos.es_ES
dc.description.abstractThe impact of stressors on young people has been related to negative consequences, both in the short and long term (Luna & Molero, 2013). Therefore, the study of problems and stressors present at school age is crucial to promote healthy development in children. Among them, the literature finds that antisocial behaviors and somatic symptoms are frequent problems with important undesirable consequences in children and adolescents. Antisocial behavior is defined as a pattern of behaviors that involve the violation of people's rights in different ways. Harm, theft, violence, substance use, and status offenses are some of the main antisocial behaviors (Loeber et al., 1989). Although this type of behavior is harmful and important throughout the life span, the study of antisocial behavior in adolescence is of particular interest, since it is the period in which antisocial behavior reaches its peak (Moffitt, 2018). In addition, the period in which most aggressor profiles coexist is considered (Jolliffe et al., 2017), therefore, the study of risk and protective factors and consequences during childhood and adolescence would be essential for its prevention. In this sense, a longitudinal study with a Spanish population indicated a higher prevalence of antisocial behavior between thirteen and fifteen years of age (Nasaescu et al., 2020b). One of the most frequent antisocial behaviors during adolescence is the use of violence. Violence is a complex psychosocial phenomenon that refers to the intentional use of physical force or power to cause harm of various kinds to other human beings (World Health Organization, 2002). In addition, it is immoral and unjustified (Ortega, 2010). At school, the most frequent type of violence is bullying, with around one in three students being found to be involved in some form of bullying (Modecki et al., 2014). Although involvement in bullying roles is one of the most frequent violent behaviors in adolescence, violence can appear in different contexts, which suggests that the relevant environments should be explored to establish the potential risk and protective factors associated with them. Some of the most influential contexts during this stage are school and home. At school, the reduction of peer violence is one of the most shared challenges between the different institutions, in addition, teacher victimization is a problem that also appears in this context and that requires attention. In the home, aggressions against parents and siblings are silent problems that affect families (Miles & Condry, 2015). On the other hand, somatization is considered, like depression and anxiety, an internalizing problem (Herskovic & Matamala, 2020). Somatic symptom disorder is defined as symptoms linked to excessive health-related thoughts, feelings, or behaviors that interfere with daily life, leading to impaired social and family relationships (APA, 2013). The data indicates that almost one in ten students report recurrent physical complaints (Garralda, 2010). The most frequently described symptoms in the population are headaches, dizziness, abdominal pain, and insomnia (Cornellà i Canals, 2008; Ordoñez et al., 2015). The different investigations suggest that somatic symptoms cause a great cost in the personal, economic and social spheres. The study of the factors that can lead to the appearance of somatic symptoms is of great interest, since the presence of somatic symptoms has been associated with various problems that affect the quality of life and it is usually perpetuated over time. Some studies find that the presence of somatic symptoms is associated with a greater probability of suffering from other mental disorders and is considered an indicator of a worse prognosis for them, such as depression or anxiety (Bekhuis et al., 2016; Herskovic & Matamala, 2020). The literature indicates that the causes of somatization are miscellaneous and cannot be explained by a single variable (Kellner, 1990), although school stressors are one of the most common environmental factors for the development and maintenance of somatic disorders in minors (Teo et al., 2008). Previously, researchers have found that antisocial personality disorder has high comorbidity with somatization, with both appearing together in relatives more than expected by chance (Bornstein & Gold, 2008; Lilienfeld, 1992; Smith et al., 1991). A recent systematic review has shown that somatization and antisocial behavior had biological similarities, such as low serotonin levels (Spiridion & Kerbel, 2020). In the school population, some studies have also shown that various antisocial behaviors contribute to the presence of somatic symptoms. Beiter and colleagues (1991) in a cross-sectional study found that children with more somatic complaints were also at increased risk for antisocial behaviors such as substance use, early sexual activity, and delinquency. Loeber and Burke (2011) showed that behavioural problems in childhood were related to the presence of different long-term internalizing problems, such as depression or anxiety. Subsequently, a meta-analysis revealed that, although psychosomatic manifestations have been identified in aggressors in some studies, the results are not conclusive (Gini & Pozzoli, 2013). Therefore, there seems to be a relationship between antisocial behavior and somatization, but some studies that are focused on specific antisocial behaviors (e.g. bullying) have found contradictory results. To find out if the various antisocial behaviors are related to somatization, this thesis will explore longitudinally the relations of different antisocial behaviors with somatic symptoms. Specifically, the relationship between property damage, violence, theft, status offences, and substance use with the increase in somatic symptoms will be explored. Referred to violence, the relationship between bullying perpetration and victimization and the presence of somatic symptoms was explored, and the influence of bullying victimization on the development of violent behaviors inside and outside of school was studied. The objective was to delve into the relationship between antisocial behavior and the presence of somatic symptoms and to identify risk and protective factors that may be common to prevent both problems. Identifying protective factors common to these two frequent problems in the classroom will improve the effectiveness of preventive plans.es_ES
dc.format.mimetypeapplication/pdfes_ES
dc.language.isospaes_ES
dc.publisherUniversidad de Córdoba, UCOPresses_ES
dc.rightshttps://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/4.0/es_ES
dc.subjectViolencia escolares_ES
dc.subjectBullyinges_ES
dc.subjectEstresoreses_ES
dc.subjectConductas antisocialeses_ES
dc.subjectComportamientos antisocialeses_ES
dc.subjectSomatizaciónes_ES
dc.subjectPrevención de la violenciaes_ES
dc.subjectAdolescenteses_ES
dc.titlePredictores longitudinales de violencia y síntomas somáticos en la adolescenciaes_ES
dc.title.alternativeLongitudinal predictors of violence and somatic symptoms in adolescencees_ES
dc.typeinfo:eu-repo/semantics/doctoralThesises_ES
dc.relation.projectIDGobierno de España. PSI2015-64114-Res_ES
dc.rights.accessRightsinfo:eu-repo/semantics/openAccesses_ES


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