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dc.contributor.advisorMartín Suárez, Eva M.
dc.contributor.authorGarzón Ariza, Alicia
dc.date.accessioned2019-10-02T09:52:31Z
dc.date.available2019-10-02T09:52:31Z
dc.date.issued2019
dc.identifier.urihttp://hdl.handle.net/10396/19022
dc.description.abstractLa actividad física forma parte integrante de la rutina diaria. La práctica de ejercicio físico tiene efectos favorables en enfermedades metabólicas y cardiovasculares, pero también supone un efecto beneficioso a nivel ocular ya que realizar un ejercicio físico de manera continuada puede ayudar a reducir los niveles de presión intraocular (PIO) y por tanto, mejorar el estado de los pacientes preglaucomatososos o con glaucoma. En estudios realizados en oftalmología humana con diferentes actividades físicas se ha comprobado que la disminución que muestra la PIO es variable según la duración, la intensidad y la continuidad del ejercicio. Sin embargo, a pesar de décadas de investigación, son escasos estudios que evalúan la modificación de la PIO tras el ejercicio y aún falta establecer una relación con factores oculares relacionados con la presión intraocular como el espesor central corneal. Existe una correlación directa entre el grosor de la córnea o ECC y el valor de PIO, lo que da lugar a que pacientes con corneas más gruesas, presenten valores de PIO más altos y viceversa. Por tanto, es importante conocer el efecto que un ejercicio continuado puede ejercer sobre el ECC ya que podría condicionar de forma directa los cambios que se producen en los valores de PIO. Todo ello, sumado a la falta de estandarización de los protocolos empleados y de la estratificación de la población de estudio, conlleva una dificultad para el establecimiento de unos criterios unánimes sobre los efectos del ejercicio en la presión intraocular. Por ello nos planteamos como objetivos a estudiar: evaluar el efecto de un régimen de entrenamiento controlado de cuatro semanas en la PIO y ECC, evaluar el efecto de tres intensidades diferentes de ejercicio, leve, moderada y submáxima en la PIO y ECC, y determinar e interpretar la posible correlación entre el ECC y la PIO, y los parámetros cardiovasculares medidos en el perro de raza Beagle. Para poder reducir factores que pudieran influir en las variables estudiadas, se estableció una curva de variación diurna en el perro con la finalidad de establecer la franja horaria en que ambas variables fueran estables y eliminar el posible efecto del ritmo circadiano. Para ellos se realizaron mediciones de PIO y ECC cada 2 horas durante la franja horaria comprendida entre las 10:00 y las 18:00. La PIO medida con tonometría de rebote y el ECC medido con paquimetría ultrasónica en perros Beagle muestran variaciones diurnas con valores más altos a primera hora de la mañana que en la tarde/noche por lo que se decidió establecer el periodo de medición entre las 11 y las 13 horas. Para evaluar el efecto del entrenamiento controlado, todos los perros realizaron un ejercicio diario en una cinta de correr (NordicTrack T12 Folding Treadmill) durante cuatro semanas, cinco días / semana. Cada sesión diaria comenzó con un calentamiento de 5 min (velocidad de 2,2 km/h e inclinación del 0%) terminando con un período de enfriamiento idéntico. La primera semana los perros entrenaron diariamente 10 minutos a 5 km / h 0%; en la segunda semana, 20 min 5 km / h 0%), en la tercera semana, 20 minutos a 5 km / h 3% de inclinación; y en la cuarta semana 20 minutos a 5 km / h y 5% de inclinación. Los valores de PIO mediante tonometría de rebote y los valores de ECC mediante paquimetría de ultrasonido, se midieron antes (T0) a mitad (T1) y al final (T2) del entrenamiento. El efecto de un ejercicio aeróbico puntual, leve (L) y moderado (M), se evaluó tanto en perros no entrenados T0, como en perros entrenados T2. La prueba de esfuerzo leve (L) consistió en realizar un ejercicio en la cinta de correr durante 20 minutos a velocidad de 1,7 km/h e inclinación del 5%, mientras que la prueba de ejercicio moderada (M) consistió en realizar un ejercicio durante 20 min a 4,5 km/h y 0% de inclinación. Tras cada ejercicio puntual, las medidas de los parámetros oculares fueron tomadas, basal (B), inmediatamente después del ejercicio (0 min), a los 15 min después de completar el ejercicio y una tercera después de un descanso de 30 min. La prueba de ejercicio submáximo comenzó con un calentamiento de 3 min (velocidad de 4,8 km/h e inclinación del 0%), continuando con un ejercicio submáximo durante 5 min (velocidad 6.4 Km./h e inclinación del 15%), sin fase de enfriamiento posterior. El ejercicio continuo de baja intensidad de 4 semanas induce, en perros Beagle sanos, una reducción significativa de la presión intraocular de 1,5 mm y de 9μm del espesor central corneal, aunque desde el punto de vista clínico la magnitud de los cambios de grosor corneal sea despreciable. La mejora del estado metabólico y la reducción de los niveles de glucosa basales a las 4 semanas pueden favorecer estos cambios, aunque ninguna de las variables, presión intraocular, espesor central corneal, presión arterial, frecuencia cardíaca, o glucosa están correlacionadas entre sí. Por tanto, realizar un ejercicio moderado continuado puede ser beneficioso para la salud ocular en pacientes glaucomatosos o preglaucomatosos, pudiendo favorecer la respuesta al tratamiento de estos pacientes. Cuando se realiza un ejercicio aeróbico puntual, sea este leve o moderado, también se produce una reducción significativa de los valores de presión intraocular de 1,5 mm Hg a los 30 minutos de la finalización del ejercicio; con una reducción progresiva del espesor central corneal de 19 a 29μm en los perros Beagle no entrenados. En cambio, los perros Beagle entrenados, se produce una elevación de los valores de presión intraocular tras finalizar el ejercicio, de hasta 1,7 mmHg tras el ejercicio moderado, aunque retornan a los valores basales a los 15 minutos. El espesor central corneal desciende significativamente de 11μm a 18μm sólo tras la realización de un ejercicio leve. El comportamiento de los valores de presión intraocular y de espesor central corneal en los perros entrenados es diferente a los perros entrenados, presentando una respuesta adaptativa al entrenamiento. Estos perros presentan menores valores basales de presión intraocular, espesor central corneal, presión arterial y frecuencia cardíaca, reduciéndose la respuesta en los valores de presión intraocular, espesor central corneal tras la realización de un ejercicio leve o moderado. Cuando se realiza un ejercicio submáximo se produce en el perro Beagle un incremento inmediato de 2,6 mm Hg de los alores de presión intraocular que se reducen progresivamente hasta el minuto 30 post ejercicio con una reducción de 1mmHg con respecto al valor basal, momento a partir del cual regresan progresivamente a los valores iniciales. Por tanto, es importante tener en cuenta la realización de ejercicio submáximos en pacientes glaucomatosos, preglaucomatosos o en razas predispuestas al glaucoma por el incremento inicial de este valor. Aunque se produce una reducción significativa del valor de espesor central corneal, con un mínimo valor en el minuto 45 de 33μm, estos valores no están correlacionados entre sí por lo que los efectos producidos en la presión intraocular por el ejercicio no son consecuencia de los cambios producidos en el espesor central corneal.es_ES
dc.description.abstractPhysical activity is an integral part of daily routines. Exercise has favorable effects on metabolic and cardiovascular diseases, but it is also beneficial at the ocular level, as performing physical exercise regularly can help reduce intraocular pressure (IOP) levels and, therefore, improve the conditions of preglaucomatous or glaucoma patients. In studies conducted in human ophthalmology with different physical activities it has been shown that IOP reductions vary according to the duration, intensity and continuity of exercise. However, despite decades of research, there are few studies evaluating IOP modification after exercise, and there is still a need to establish a relationship with ocular factors related to intraocular pressure, such as central corneal thickness. There is a direct correlation between the thickness of the cornea, or CCT, and IOP values, such that patients with thicker corneas have higher IOP values, and vice versa. Therefore, it is important to understand the effect that continued exercise can have on CCT, since it could directly affect changes in IOP values. All this, added to the lack of standardisation of the protocols used, and the stratification of the study's population, entails a difficulty for the establishment of unanimous criteria regarding the effects of exercise on intraocular pressure. Therefore, we adopt as objectives for study to evaluate the effect of a four-week controlled training regimen on IOP and CCT; to assess the effect of three different intensities of exercise on IOP and CCT: mild, moderate and sub-maximal; and to determine and interpret the possible correlation between CCT and IOP, and cardiovascular parameters, measured in the Beagle dog breed. In order to reduce factors that could impact the variables studied, a diurnal variation curve was established for the dog, in order to establish the time window during which both variables were stable and avoid the possible effects of circadian rhythms. IOP and CCT measurements were taken every 2 hours between 10:00 am and 6:00 pm. IOP, measured with rebound tonometry, and CCT, measured with ultrasonic pachymetry, in Beagle dogs exhibit diurnal variations, with higher values in the early morning than in the afternoon/evening, so it was decided to set the measurement period between 11 am and 1 pm. To assess the effect of controlled training, all dogs performed daily exercise on a treadmill (NordicTrack T12 Folding Treadmill) for four weeks, five days a week. Each daily session began with a 5-minute warm-up (speed of 2.2 km / h and 0% slope), ending with an identical cool-down period. The first week the dogs trained daily for 10 minutes at 5 km/h with no incline; in the second week, for 20 min at 5 km/h, with no incline; in the third week, for 20 minutes, at 5 km/h and at a 3% incline; and in the fourth week for 20 minutes, at 5 km/h, at a 5% incline. IOP values were measured by rebound tonometry, and CCT values were measured by ultrasound pachymetry, before (T0), half-way (T1), and at the end (T2) of the training. The effect of isolated aerobic exercise, Light (L) and Moderate (M), was evaluated, both in untrained dogs (T0) and in trained dogs (T2). The light exertion test (L) consisted of performing an exercise on the treadmill for 20 minutes at a speed of 1.7 km/h and at a 5% incline, while the moderate exercise test (M) consisted of performing an exercise for 20 min at 4.5 km/h and no incline. After each specific exercise, measurements of ocular parameters were taken: Baseline (B), immediately after exercise (0 min), 15 min after completing the exercise, and a third, after a break of 30 min. The sub-maximal exercise test began with a 3-minute warm-up (speed of 4.8 km/h and no slope), continuing with sub-maximal exercise for 5 min (speed of 6.4 km/h at a 15% incline), without a subsequent cool-down phase. In healthy Beagle dogs regularly, low-intensity exercise over 4 weeks produces a significant reduction in intraocular pressure, of 1.5 mm and 9 μm in central cornea thickness. From the clinical point of view, however, the magnitude of the changes in thickness corneal is negligible. The improvement in the metabolic state and the reduction of basal glucose levels at 4 weeks may favour these changes, although none of the variables –intraocular pressure, central corneal thickness, blood pressure, heart rate, or glucose– are correlated with each other. Therefore, performing moderate, continuous exercise may be beneficial for ocular health in glaucomatous or preglaucomatous patients, and may favour these patients' response to treatment. When performing an isolated aerobic exercise, whether mild or moderate, there is also a significant reduction in intraocular pressure values: 1.5 mm Hg, 30 minutes after the end of the exercise; and a progressive reduction in central corneal thickness, from 19 to 29μm in untrained Beagle dogs. In contrast, in trained Beagles there is an elevation of intraocular pressure values after the end of the exercise, up to 1.7 mmHg after moderate exertion, although they return to baseline values after 15 minutes. Central corneal thickness drops significantly, from 11μm to 18μm, after performing just light exercise. The intraocular pressure and central corneal thickness value patterns in untrained dogs are different from those in trained dogs, indicating an adaptive response to training. The latter dogs present lower baseline values for intraocular pressure, central corneal thickness, blood pressure and heart rate, the response dropping in terms of intraocular pressure and corneal central thickness values after the performance of mild or moderate exercise. When performing sub-maximal exercise, the Beagle exhibits an immediate increase of 2.6 mm Hg in intraocular pressure values, which progressively drop until the 30th minute post-exercise, with a reduction of 1mmHg with respect to the baseline value, after which they progressively return to initial values. Therefore, it is important to take into account the performance of sub-maximal exercise in patients who are glaucomatous or preglaucomatous, and in breeds predisposed to glaucoma, in light of the initial increase in this value. Although there is a significant reduction in the central corneal thickness value, with a minimum value of 33μm at the 45th minute, these values are not correlated with each other, so the effects produced by exercise on intraocular pressure are not a consequence of the changes produced in central corneal thickness. Therefore, knowing how physical exercise impacts ocular values like IOP and CCT can help us improve the efficacy of treatment in glaucomatous dogs. Daily physical exercise could be beneficial and used as a complement to pharmacological therapy, opening up new therapeutic options, but isolated exercise of moderate or submaximal intensity could increase isolated IOP values and aggravate symptomatology in patients with ocular hypertension.es_ES
dc.format.mimetypeapplication/pdfes_ES
dc.language.isospaes_ES
dc.publisherUniversidad de Córdoba, UCOPresses_ES
dc.rightshttps://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/4.0/es_ES
dc.subjectPerros de razaes_ES
dc.subjectPerros Beaglees_ES
dc.subjectEjercício físicoes_ES
dc.subjectPresión intraoculares_ES
dc.subjectEspesor central corneales_ES
dc.subjectVariación diurnaes_ES
dc.subjectPaquimetríaes_ES
dc.subjectTonometríaes_ES
dc.titleEfecto del ejercicio sobre la presión intraocular y el espesor central corneal en el perro de raza Beaglees_ES
dc.title.alternativeEffects of exercise on Intraocular Pressure and Central Corneal Thickness in Beagle dogses_ES
dc.typeinfo:eu-repo/semantics/doctoralThesises_ES
dc.rights.accessRightsinfo:eu-repo/semantics/openAccesses_ES


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