Metabolismo de los lípidos en los rumiantes
Lipid metabolism in ruminants

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Author
Martínez Marín, Andrés L.
Pérez Hernández, Manuel
Pérez Alba, L.M.
Carrión-Pardo, D.
Gómez-Castro, A.G.
Publisher
Veterinaria.orgDate
2010Subject
GrasaÁcidos grasos
Carne
Leche
Fat
Fatty acids
Meat
Milk
METS:
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Show full item recordAbstract
El objetivo de este trabajo fue revisar algunos aspectos del metabolismo
lipídico y características relevantes de la grasa de la carne y la leche de los
rumiantes. Los ácidos grasos disponibles para la absorción en el intestino
delgado de los rumiantes proceden de los alimentos y los microorganismos
ruminales, y son mayoritariamente ácidos grasos saturados y no
esterificados debido a la digestión microbiana ruminal. Los ácidos grasos
absorbidos que tienen menos de 12 carbonos son vertidos directamente a
la vena porta y transportados al hígado unidos a la albúmina sérica; el
resto son esterificados e incorporados a lipoproteínas de muy baja
densidad y quilomicrones que se transportan por vía linfática hasta el
torrente sanguíneo para su distribución a los tejidos. El hígado de los
rumiantes tiene menor importancia en el metabolismo lipídico que el de los
monogástricos, pero adquiere especial relevancia en situaciones de balance
energético negativo en las que la alteración del metabolismo hepático de
los lípidos puede provocar graves patologías. Los depósitos grasos distintos
de la musculatura están constituidos casi exclusivamente por triglicéridos y
son la principal reserva de energía del organismo. Por el contrario, la grasa
intramuscular posee distintas proporciones de fosfolípidos y triglicéridos en
función del grado de engrasamiento. Los fosfolípidos de las membranas
celulares son el lugar preferente de deposición de los ácidos grasos
poliinsaturados disponibles. La composición de la grasa láctea varía en
función del origen de los ácidos grasos: ácidos grasos de cadena larga de
origen alimentario o movilizados desde el tejido adiposo, o ácidos grasos
de cadena corta y media sintetizados in situ a partir de acetato y
betahidroxibutirato. La mayor parte de los ácidos grasos incorporados a los
triglicéridos lácteos son captados de la sangre. La importante contribución
de los ácidos grasos de la dieta consumida por los rumiantes a los lípidos
de sus productos ofrece la posibilidad de modificar el contenido de los
ácidos grasos de la carne y, sobre todo, la leche en un sentido favorable
para la salud de los consumidores. In this paper, key aspects of lipid metabolism and characteristics of
ruminants’ meat and milk fat were reviewed. Fatty acids available for
absorption in the small intestine of ruminants are from dietary and
microbial origin and, because of microbial digestion in the rumen, are
mainly nonsterified saturated fatty acids. Short chain fatty acids (less than
12 carbon atoms) are absorbed into the bloodstream, bound to serum
albumin and transported to the liver through the portal vein. Medium and
long chain fatty acids are esterified upon their absorption and transported
via lymph to the bloodstream as chylomicrons and very low density
lipoproteins, to be used by the different tissues. In ruminants, the liver has
a minor role in lipid metabolism compared with monogastrics, but it is
especially relevant in situations of intense negative energy balance when
the hepatic metabolism of lipids may be altered causing severe
pathologies. Fat depots other than intramuscular depots are composed
mainly of triglycerides and are the major energy reserve of the body.
However, the proportion of phospholipids and triglycerides in the
intramuscular fat depends on the degree of fatness. The cell membrane
phospholipids are the preferred site of deposition of available
polyunsaturated fatty acids. Milk fat composition depends on the origin of
the fatty acids: long chain fatty acids from dietary origin or mobilized from
adipose tissue, or medium and short chain fatty acids synthesized in situ
from acetate and betahydroxybutyrate. Most fatty acids incorporated into
milk triglycerides are taken from the blood. The major contribution of
dietary fatty acids to meat and, specially, milk fatty acids offers the
possibility of changing the fatty acid profile of ruminant products to
promote human consumer health.